• Cómo educar en igualdad, por Andrea de Madremente

  • Andrea comparte con nosotras y nosotros su forma de ver la maternidad y la crianza de los peques

Para las que no me conozcáis, me presento brevemente. Me llamo Andrea y tengo 26 años. Fui madre a los 24 y tengo dos hijos. La maternidad ha supuesto un huracán en mi vida. Cambiándolo todo de sitio, reubicando mis deseos, poniendo en valor nuevas cosas y haciendo de mí una mujer completamente distinta.

Así vivo la maternidad y así la defiendo. Como una expansión personal.

La responsabilidad de la maternidad

Cuando supe que estaba embarazada me aterraba la idea de criar a alguien. ¿Cómo hacerle libre? ¿Cómo hacerle fuerte? ¿Cómo hacerle sensible? ¿Cómo hacerle generosx? ¿Cómo hacerle respetuosx? ¿Cómo hacerle feminista?

Cuando supe que llevaba dentro un niño, sentí mucha responsabilidad. Responsabilidad de la bonita. El feminismo siempre ha sido un pilar enorme en mi vida. Creo profundamente en su capacidad transformadora y conciliadora, tanto con una misma, como con el resto de personas. Y educar a un niño en el feminismo me parecía una oportunidad maravillosa de cambio. De plantar mi semilla para un nuevo mundo.

¿Qué es educar en la igualdad?

Pero, ¿qué es educar en el feminismo? ¿Cómo se educa en igualdad? (Para mí feminismo e igualdad significan lo mismo así que me referiré a ello usando ‘feminismo’).

Creo en el feminismo como un movimiento profundamente transversal, respetuoso, que llama al cuidado entre personas, a la empatía. Un movimiento antirracista, antihomófobo, antitránsfobo.

Al principio me agobiaba pensar en cómo le haría entender todas esas cosas que me parecían tan importantes a mi hijo. Me preocupaba el bullying, la transfobia. Quería hacerle entender que había niños con vagina y niñas con pene. Que el lugar donde nacemos no nos coloca ni por encima ni por debajo de nadie. Que papá no “ayuda” a mamá, qué papá está al 50/50 con todo.

Con el tiempo entendí que educarle en igualdad, además de todo ese discurso en el que yo creo tanto, implicaba dejarle ser.

El papel de las personas adultas en la crianza

El filtro que dicta la sociedad lo llevamos nosotras, las criaturas nacen puras. Sin ninguna idea que ponga a nadie por encima de nadie. Si vamos a comprar ropa, él no entiende que hay una sección de “niñas” y otra de “niños”, sino que le llaman la atención unas cosas u otras. Somos las personas adultas las que nos hemos puesto a ordenar y coartar la libertad de ser.

Porque ellas y ellos no entienden que su género defina su juego o su forma de vestir. Su imaginación no va ligada a sus genitales. Ni a su lugar de origen. Ni a sus capacidades.

Las criaturas, los primeros años, por inercia, no se separan en grupos de “niños” y “niñas”. Las criaturas no entienden que un color de piel diferente implique nada más, más allá de eso: un color de piel diferente.

Nacen siendo mucho más sabias que nosotras. Las personas adultas estamos muy contaminadas. Las raíces del machismo y el sexismo, de la desigualdad, del racismo, del patriarcado están tan ancladas que justo ahí es donde está el enorme ejercicio que hay que hacer para educar en igualdad. Quitarnos el filtro, desaprender, dejar de ordenar a las personas en grupos y subgrupos. Y usar a nuestrxs hijxs de espejo. Aprender de su pureza. Ellxs ya están ahí. No hay que educarles en igualdad, hay que mantenerlxs en la igualdad.

Cada decisión y cada paso de la crianza implican autocrítica, autoconocimiento y mucho trabajo personal. Somos las personas adultas las que tenemos que desahacernos de la desigualdad primero, para poder acompañarles en el descubrimiento del mundo sin ese filtro.

Ellos y ellas miran el mundo a través de nuestro mirar. Es justo ahí donde hay que trabajar. Es a nosotrxs mismxs a las que hay que educar en el feminismo para poder mantener, libre de filtro y libre de desigualdad, el camino que nuestrxs hijxs tendrán que recorrer.

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