- octubre 23rd, 2017 |
Recuerdo aquella noche perfectamente. Me había ido a dormir pronto porque el calor parecía haber dado una tregua… pero no era cierto. Me metí en la cama y los casi 30º que marcaba el termostato se hicieron reales sobre mi piel. Uno por uno. Decidí encender el ventilador y dejarme caer en los brazos de Morfeo, porque mi cuerpo no daba para más. La jornada con los peques había incluido unos baños en la piscina, un rato de parque y una cena fuera de casa. Estaba agotada.
Con el ventilador encendido la cosa empezó a ser más llevadera. Y no tardé en quedarme dormida.
Pasado un rato, no más de una hora o así, me pareció en que el zumbido del ventilador estaba demasiado cerca. Lo notaba casi dentro del oído. Hice el típico gesto de quitarme algo de la oreja y traté de seguir durmiendo… pero entonces fue cuando caí en la cuenta de que aquel zumbido no era el del ventilador, sino un mosquito.
El mosquito
Tenía tanto sueño, mi cuerpo pesaba tanto, mi cama me tenía tan abrazada que no conseguía levantarme. Por más que mi yo consciente trataba de abrir los ojos, era simplemente incapaz. Hasta que…
…¡zas! noté el picotazo en toda la sien. De forma inmediata empezó la comezón y un poco de dolor. No me quedaba otra que salir de la cama. No entendía cómo podía haberse colado un mosquito, si tenía uno de esos cacharritos que van a la red eléctrica… Encendí la luz. El líquido del cacharrito se había acabado y no me había dado cuenta. Anoté mentalmente ir a comprar recambios y dirigí mis pasos a la cocina. Busqué el insecticida. Aquello no iba a quedar así y yo tenía que ser la vencedora.
Bendito Arnidol Pic
Mi marido, que aún seguía en el salón, se quedó perplejo al verme aparecer tan enfadada, aunque en cuanto me vio volver, insecticida en mano, comprendió cuál era la causa de mis desvelos y ni me preguntó.
Gaseé la habitación sin medias tintas. No sabía cuánto tardaría en poder volver, pero ese mosquito no me iba a dar más la noche. Estaba cansadísima y solo quería dormir. ¿Por qué me tocaba a mí? ¿No podía haber picado a otro? Además, mi piel rabiaba.
Fui en busca de Arnidol Pic y lo puse sobre la picadura. ¡Mano de santo! El alivio fue inmediato. Dejé pasar aún unos minutos antes de volver a la cama, tenía miedo de intoxicarme yo también, pero cuando lo hice supe que había vencido.
Con una sonrisa, y Arnidol Pic en la mesilla, me volví a tumbar. Ya nada iba a impedir mi descanso esa noche.
LOS SUPERPODERES DE ARNIDOL